SI SUPIESE LA SIRENA
Mira la bola y sueña
recoger frutos dorados
como en la infancia cosechaba cerezas.
Pero su madre ya no le hace coletas:
no es eva para manzanas tiernas.
No alcanza el cielo:
corta el acceso
la escalera de tijera;
con el tiempo
se pudre la madera.
Sólo ella,
inmune a su edad,
mira hacia arriba y aún espera,
paciencia,
merecida recompensa.
Desde jaula convexa niega
un paisaje cóncavo.
Vive de milagro,
de ilusión;
no se sabe en la pecera.
Entusiasta agradece el sustento cotidiano;
migas con maná confunde su inocencia.
Golden bowl:
cálices amargos para bocas mudas.
Agua salobre la sed atrasada apura.
Inútiles en el envase al vacío las agallas.
Si vive el pez en blanco y negro,
pierden brillo sus escamas.
(S. G. I., Madrid a 28 de octubre de 2011)