Mostrando entradas con la etiqueta El viejo cerezo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta El viejo cerezo. Mostrar todas las entradas

El viejo cerezo

Viejo Cerezo, Pintor Español, Pintor retratista, Alejandro Cabeza, Arte Valenciano, Pintor Valenciano, Pasajes Valencianos, Pintura costumbrista, Paisajes de Valencia, Paisajes de Alejandro Cabeza, Pintores Españoles, Impresionismo Valenciano, Pintores Valencianos, Alquerías Valencianas
Viejo Cerezo (Hervás) /  Óleo sobre Tabla 27 x 22 cm Alejandro Cabeza 2011


El cerezo y el almendro de mi jardín se buscan. Se afanan, incomprensiblemente, por alcanzar un inesperado abrazo al que creían haber renunciado. Han decidido, contra toda lógica, entrelazar sus ramas. Ambos tienen ya una cierta edad, y sin embargo hacen gala de un entusiasmo que quizá no les corresponda. Reverdecen impúdicamente ante los ojos extraños, y no les importan mínimamente las miradas indiscretas. Parecen vivir en su propio mundo. Como si la tierra que abrazan sus raíces fuese más cierta que la del resto. O como si hubiesen comprendido que a veces hay que arriesgarse a no tener tierra firme bajo los pies.

El cerezo y el almendro de mi jardín son en apariencia muy diversos. Pero las apariencias muchas veces, casi siempre, engañan. Y ellos no constituyen una excepción a esa regla: el cerezo y el almendro de mi jardín son muy diversos sólo en apariencia. Cuando ambos florecen, para los ojos inexpertos los frutos de sus esperanzas apenas se diferencian. Es más lo que les une que lo que les separa. Y a esa certeza quieren aferrarse con tenacidad, con la voluntad que les salvó de la tala y de la insidiosa carcoma en otro tiempo.


Durante muchos años defendieron sus respectivos espacios; las copas crecieron con sus propias costumbres y vicios, ajenas la una a la existencia de la otra. Pero ahora que se han descubierto, que casi se tocan, han entendido que compartir es mejor que disputar. Las hojas puntiagudas y ligeramente coriáceas del almendro han decidido no herir al compañero. Y en justo pago el cerezo será fiel y leal: no morderá la mano amiga, no clavará sus dentadas hojas en la confianza tierna. Para él, aunque un día pase la fugaz primavera, será siempre cándido como el vestido de una novia.