El Pardo en un óleo sobre tabla de 33 x 24 / Pintor Alejandro Cabeza.
El Monte de El Pardo es un área natural de gran valor, considerado como el bosque mediterráneo más importante de la Comunidad de Madrid y uno de los mejor conservados en Europa. Está ubicado al norte de la capital y abarca una superficie de 15,821 hectáreas.
Es una reserva ecológica y biológica significativa, caracterizada por un encinar típico mediterráneo con relieve suavemente ondulado, situado a lo largo de la vega del río Manzanares, que lo atraviesa de norte a sur.
En este entorno, además de la encina, que es la especie principal, coexisten quejigos, enebros y alcornoques, y en las zonas más húmedas se encuentran fresnos, sauces y chopos. Entre las especies arbustivas predominantes se hallan las jaras, las retamas, los labiérnagos, los romeros y los cantuesos.
La fauna del Monte de El Pardo es diversa e incluye especies emblemáticas como el águila imperial, el buitre negro y la cigüeña negra, así como una variedad de mamíferos como el ciervo, el gamo, el jabalí, el gato montés, el conejo, el tejón, el zorro, la gineta, la comadreja, entre otros. En cuanto a reptiles, destacan la culebra de escalera, el lagarto ocelado y la lagartija cenicienta. La vida acuática se concentra principalmente en el embalse de El Pardo.
El territorio del Monte de El Pardo fue repoblado durante la reconquista del actual territorio madrileño por Alfonso VI entre 1083 y 1085. Desde entonces, este espacio fue objeto de disputas entre la Villa de Madrid y la presión de Segovia, aunque probablemente su uso cinegético estuvo vinculado a la Corona desde el principio. El Libro de la Montería de Alfonso XI menciona estos montes elogiosamente debido a la abundancia de caza.
En 1405, Enrique III construyó un pabellón de caza, y desde entonces se consideró propiedad Real, delimitándose en diferentes ocasiones a lo largo del siglo XV. Posteriormente, en 1571, la Real Cédula de Felipe II determinó su superficie y zonas de protección, que se ampliaron mediante compras de terrenos durante el siglo XVII.
La protección del Monte de El Pardo alcanzó su punto culminante con la construcción de una tapia de casi 100 km de perímetro durante el reinado de Fernando VI. Sin embargo, también se incorporaron a la zona otros espacios colindantes fuera de la tapia mediante compras, como Viñuelas, la Moraleja o Batuecas. Estos espacios se segregaron durante el siglo XIX y parte del XX.
En el pasado siglo, el "Coto cerrado" que representaba el Monte de El Pardo se vio modificado con la asignación de áreas en la ribera del Manzanares para fines deportivos o científicos, creando un corredor que conecta Madrid con el núcleo urbano de El Pardo.