Alcazaba de Málaga

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Alcazaba de Málaga en un óleo sobre tabla de 19 x 14 cm / Pintor Alejandro Cabeza 2008

La Alcazaba de Málaga, considerada una de las alcazabas más bellas de España, se encuentra ubicada a las faldas del monte de Gibralfaro. Su emplazamiento estratégico, que anteriormente albergaba restos feno-púnicos, le proporciona una posición dominante en la defensa de la ciudad.

En la actualidad, la Alcazaba de Málaga ocupa una superficie de 15.000 metros cuadrados. Sin embargo, durante la época musulmana, su tamaño era considerablemente mayor, ya que se han perdido partes de las murallas y el terreno del Haza Baja a lo largo del tiempo.

Fue construida por los musulmanes que habitaban la Península Ibérica durante la Edad Media. Sin embargo, su proceso de construcción ha experimentado una evolución histórica y topográfica, marcada por numerosos cambios y circunstancias. Esto nos lleva a afirmar que la Alcazaba es una obra con vida propia.

A lo largo de los siglos, la Alcazaba ha sido testigo de la influencia de diferentes culturas y civilizaciones, dejando su huella en su estructura y diseño. Desde la época musulmana hasta la posterior conquista cristiana, la Alcazaba ha sido objeto de remodelaciones y adaptaciones para cumplir con los requisitos de cada época.

Sus muros y torres, construidos con materiales locales como la piedra y el ladrillo, reflejan la destreza arquitectónica de los artesanos musulmanes. El complejo cuenta con hermosos jardines y patios interiores, donde se pueden apreciar detalles ornamentales y fuentes que evocan la belleza y la tranquilidad de su época de esplendor.

Al recorrer la Alcazaba, se puede disfrutar de vistas panorámicas de la ciudad de Málaga, el puerto y el mar Mediterráneo. Cada rincón y cada espacio de este impresionante conjunto arquitectónico transporta a los visitantes a tiempos pasados y les permite imaginar la vida en la antigua fortaleza.


La Placita

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Hervás es un pueblo encantador con numerosos rincones pintorescos que invitan a explorar. Mientras caminas por sus calles, especialmente en dirección al Barrio Judío, te encuentras con un rincón emblemático: La Plaza, también conocida como "La Placita" por los habitantes del pueblo, ya que la plaza más destacada es La Corredera.

Justo antes de llegar a la fuente de la plaza, me detengo a hacer un boceto bajo la luz del sol. Aunque el boceto es pequeño, logro capturar unos colores exuberantes. Desde esta perspectiva, puedo apreciar la antigua iglesia, que en el pasado fue un castillo, y también parte de la Calle del Convento.

Sin embargo, este no es el único rincón encantador de Hervás. Hay muchas callejuelas solitarias y estrechas, balcones salientes que aún se sostienen con antiguas vigas de madera de castaño, paredes cubiertas de tejas y empinadas cuestas empedradas. Solo hace falta prestar atención para percibir el sabor histórico que este pueblo tan singular nos ofrece.

Catedral de Málaga

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Catedral de Málaga en un óleo sobre tabla de 27 x 22 cm / Pintor Alejandro Cabeza 2008

A principios del siglo XVIII, se reanudaron los trabajos de finalización de la Catedral de Málaga, los cuales habían sido interrumpidos casi cien años antes. Los arquitectos de la época, como José de Bada, Antonio Ramos y Ventura Rodríguez, supervisados por el canónigo Tomás de Unzaga Amézaga y Paniza, advirtieron a los canónigos que si no se completaba lo que ya se había construido, el templo correría el riesgo de colapsar. De esta manera, se iniciaron las obras, comenzando desde la fachada actual hasta el comienzo del coro, donde se encontraba la parte ya construida e inaugurada en 1588.

Para financiar los enormes gastos de la obra, la Corona impuso un impuesto a los barcos que atracaban en Málaga después de la Guerra de Sucesión, exigiéndoles una cantidad por cada arroba de peso que transportaran. A lo largo del siglo XVIII, y especialmente desde 1776 cuando se liberalizó el comercio con América gracias a las labores de las familias Unzaga, Gálvez y Molina, los trabajos avanzaron rápidamente. A finales del siglo, los presupuestos para finalizar la obra se agotaron, ya que el rey Carlos III los destinó a través de los hermanos Ortega Monroy, canónigo y gentilhombre de Su Majestad, y del racionero canónigo Tomás de Unzaga Amézaga, a su hermano el gobernador de Luisiana, Luis de Unzaga y Amézaga, cuñado de Bernardo de Gálvez. Estos fondos se enviaron como ayuda a los estadounidenses que luchaban por su independencia de Inglaterra. En la actualidad, una lápida bilingüe conmemora este hecho, que en el pasado promovió el hermanamiento entre la ciudad de Mobile y Málaga.

Debido a esto, la construcción de la Catedral quedó inconclusa, faltando por construir una torre, de ahí su apodo de "La Manquita". Los fondos restantes del impuesto portuario se destinaron a la rehabilitación de caminos en Vélez Málaga y Antequera, la canalización de agua hacia Málaga a través del acueducto de San Telmo, el inicio del camino hacia Colmenar y el Monte Pío de la Hermandad de los Viñeros, principalmente para ayudar a las viudas y huérfanos de las milicias que participaron en la Revolución Americana.